La taxonomía verde de la Unión Europea es un sistema de clasificación de las actividades económicas que busca ofrecer a empresas e inversores una categorización clara de lo que es sostenible.
El cambio climático está presente en todos los aspectos de nuestro día a día, nos enfrentamos a una etapa en la que es vital poner remedio al agotamiento de los recursos del planeta parat no sufrir sus consecuencias. Por ello, es necesario elaborar un plan en el que autoridades públicas, empresas y sociedad en su conjunto lleven a cabo acciones que garanticen la sostenibilidad del planeta. En este caso, y como veremos, el sistema financiero tiene mucho que aportar ya que puede ser parte de la solución.
Tras el acuerdo de París acerca del Cambio Climático y la Agenda 2030 en el año 2015, se estableció comenzar una transición hacia un planeta y economía más sostenible. A raíz de esto, nació la iniciativa de la Comisión Europea, el Pacto Verde, el cual plantea varios caminos estratégicos para conseguir adoptar una economía sostenible. Por esta razón, se reorientarán las inversiones a planes más enfocados a la responsabilidad y al respeto del medioambiente. Para poder llevar esto acabo, es necesario un consenso y unos criterios únicos que definan lo que es y lo que no es sostenible, y aquí es donde aparece la taxonomía verde europea.
A continuación, os aclaramos todos estos conceptos y su relación con las inversiones.
El Pacto Verde de la Unión Europea
Antes de comenzar debemos conocer lo que es el Pacto Verde de la Unión Europa, ya que con él vienen de la mano todos los cambios que se están produciendo. Este pacto es una nueva estrategia para llevar a cabo un crecimiento económico y conseguir alcanzar una economía circular (dar una segunda vida a los productos a través del reciclaje), competitiva y sostenible para el medio ambiente con el objetivo de ser climáticamente neutra para el año 2050. Es decir, no emitir gases contaminantes. En una primera fase, la UE se compromete a reducir un 55% las emisiones de gases con efecto invernadero en 2030 con respecto a los niveles de 1990.
Con el Pacto Verde se persigue trazar un camino para que Europa transite y crezca dentro de unos parámetros medioambientales, además de garantizar un planeta sostenible en el que vivir para las nuevas generaciones.
Para poder llevar todo esto a cabo, es necesario la creación de un sistema y normas comunes que definan de forma concisa lo que es ser sostenible. Para ello, se ha elaborado una clasificación que organiza de forma general las actividades económicas sostenibles, y aquí es donde entra el término taxonomía.
Taxonomía verde, ¿qué es?
Conociendo ya lo que es el Pacto Verde, podemos entender mejor qué es la taxonomía verde o taxonomía europea, ya que este término hace referencia a la clasificación común que organiza las distintas actividades económicas sostenibles.
Podría decirse que la taxonomía verde son las normas o el manual de instrucciones que describe y determina aquellas actividades económicas o inversiones que se consideran sostenibles para evitar el llamado greenwashing que en su traducción vendría a ser un lavado de cara verde de las empresas. En otras palabras, la taxonomía verde determina qué es y qué no sostenible.
De esta manera, y a raíz del pacto, la taxonomía europea es la encargada de desarrollar indicaciones correctas a las compañías, inversores y personas responsables de la elaboración de políticas acerca de las actividades económicas sostenibles. Con esto se quiere llegar a crear una estabilidad y seguridad para los inversores.
Regulación de la taxonomía verde
El paso mes de junio se establecieron seis objetivos o bases que determinan qué se entiende por actividad verde:
- Suavizar el cambio climático: reducir y controlar los gases de efecto invernadero a través de la reducción de las emisiones.
- Adaptación al cambio climático: prevenir e intentar reducir las consecuencias derivadas del clima.
- Uso sostenible del agua y protección del ecosistema marino.
- Transición a una economía circular: aumento de la durabilidad y reutilización de productos.
- Prevención y control de la contaminación: asimismo la mejora de la calidad del entorno y sus recursos (agua, suelo, aire).
- Protección y recuperación de los ecosistemas.
A su vez, estas bases reguladoras pueden segmentarse en tres áreas principales: actividades ecológicas, de transición y habilitadoras, lo que hace más fácil evaluar el impacto real de estas actividades.
El papel de las finanzas sostenibles
En este sentido, la inversión en empresas sostenibles es clave para dar un impulso a la sostenibilidad, para lo que es crucial definir esos parámetros comunes de lo que se entiende por este concepto. El objetivo final es ayudar a las empresas y los inversores en la toma de decisiones de inversión identificando las actividades que contribuyen a mitigar el cambio climático.
Si una actividad es calificada como sostenible, la empresa puede acceder a la financiación de los fondos verdes comunitarios y a los préstamos del Banco Europeo de Inversiones. Si no es sostenible, tendrá que acudir a los mercados financieros con un coste mucho mayor.
De este modo, la taxonomía verde servirá para dirigir las inversiones hacia empresas respetuosas con el medioambiente.
Pasos para su aprobación
En la actualidad se está todavía trabajando en el borrador y los países miembros tienen hasta finales de este mes de enero para presentar alegaciones. Posteriormente, la Comisión Europea presentará un texto definitivo que deberá ser aprobado por el Consejo de la UE y el Parlamento Europeo. Se prevé que pueda ver la luz en la segunda mitad del año.
