Guía sobre el ‘Quality Investing’: construir valor desde la calidad
En el amplio espectro de estilos o factores de inversión, dos enfoques han monopolizado históricamente el debate: el value y el growth. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, de manera más silenciosa, se está posicionando otro con una rentabilidad consistente en el tiempo: el quality investing. Esta metodología de inversión se centra en invertir en compañías de calidad, aquellas con ventajas competitivas duraderas y crecimiento sostenido.
Para abordar el “Quality Investing: construir valor desde la calidad una guía para el asesor financiero”, EFPA organizó un webinar en colaboración con Juan Llona, gestor de Renta Variable de Santalucía AM.
¿Qué es el ‘Quality Investing’?
“La inversión en calidad se basa, ante todo, en un análisis cualitativo profundo. Antes de mirar los números, buscamos entender el modelo de negocio, su posición competitiva y las barreras de entrada que protegen a la compañía”, explicó Llona. Es un enfoque que prioriza la esencia del negocio sobre los datos puntuales, que pueden estar influidos por factores coyunturales.
El inversor en calidad no busca gangas ni explosiones de crecimiento. Frente a la rotación constante de carteras propia del value o el growth, el quality investing se define por la permanencia. “La diferencia clave es el market timing”, señaló el gestor. “El inversor en calidad entra en una empresa para quedarse. No necesita predecir cuándo cambiarán los múltiplos ni cuándo llegará la disrupción: confía en que el valor se crea con el tiempo”, explicó.
Ese valor no surge de cualquier compañía. Las candidatas ideales dominan industrias concentradas —a menudo auténticos monopolios u oligopolios—, disfrutan de claras ventajas estructurales y tienen altas barreras de entrada.
Juan Llona identificó cinco barreras “que blindan a estas empresas frente a la competencia y les permiten fijar precios con libertad. Esto se traduce en márgenes sólidos y retornos sobre el capital muy elevados”: propiedad intelectual (como las patentes en farmacéuticas), economías de escala (caso Amazon), efecto red (Visa, Mastercard o, incluso, Instagram), marca (el lujo de Hermes) y coste de sustitución (como ocurre con el paquete Office de Microsoft).
Rentabilidad de la inversión en calidad
La rentabilidad histórica respalda esta estrategia. Según los datos que expuso Llona, en los últimos 20 años el índice MSCI Quality ha superado al MSCI Value y al MSCI Growth, con una rentabilidad anualizada del 10,36%, frente al 6,22% y al 9,61% respectivamente. “Es importante reflejar esto como un factor de inversión en sí mismo. El quality ha sido el más rentable en dos décadas”.
Pero no todo negocio rentable es necesariamente una inversión de calidad. Una empresa puede mostrar márgenes atractivos y balances sólidos sin una ventaja competitiva sostenible. “Aquí es donde muchos caen en trampas de valor”, advirtió Llona. Para evitarlo, la calidad debe ir acompañada de crecimiento real, impulsado por tendencias económicas o sociales de largo plazo.
Ejemplos de empresas ‘quality’
El universo de inversión para el quality investing es limitado: entre 100 y 200 compañías a nivel mundial cumplen con todos los criterios. Esto permite al gestor profundizar en cada una, reducir la rotación de cartera y mantener el enfoque a largo plazo. “Queremos seguir las empresas, mantenerlas y ver cómo crean valor para nuestros partícipes”, añadió Llona.
En un mundo donde el ruido de los mercados y las modas inversoras pueden desviar la atención del largo plazo, “el quality investing propone una ruta distinta: centrarse en empresas excelentes, con modelos de negocio probados, barreras de entrada sólidas y una cultura corporativa resistente al tiempo. Calidad, más que promesas”, aseguró.
Para ilustrar el modelo, el gestor de Renta Variable de Santalucía AM mencionó dos ejemplos:
Verisign, empresa responsable de operar parte de los servidores raíz de Internet y de los dominios .com y .net. Un activo crítico y único, con márgenes espectaculares, sin competencia real y con una posición monopolística que la ha hecho subir más de un 40% en el año.
KLA, líder en metrología de semiconductores. Con una cuota de mercado del 57%, se puede considerar un monopolio o duopolio con ASML, que opera en un segmento distinto. Su relevancia estructural en la cadena de valor tecnológica la convierte en una apuesta sólida a largo plazo.
¿Qué empresas no son de calidad?
Saber qué excluir es tan importante como saber qué incluir. Las materias primas, por ejemplo, quedan fuera del radar: “La creación de valor es solo competir en precio. Es el mismo producto que el resto de los competidores”.
También se descartan los sectores cíclicos, muy expuestos a los vaivenes económicos y sin barreras de entrada sostenibles. Igualmente, se evita la inversión basada en liderazgos personalistas: “No creemos en los gestores estrella. Creemos en negocios que sobrevivan a sus CEOs; debe prevalecer la cultura”.
Otro error habitual es confundir calidad con promesa de futuro. El quality investing no persigue “los líderes del mañana”, sino los negocios que ya han demostrado que pueden mantenerse en el tiempo creando valor.