¿Qué es la renta fija a largo plazo? ¿Qué tipo de activos la componen? ¿En qué fases del mercado se comporta mejor? Te lo contamos para que tomes buenas decisiones de inversión.
¿Qué es la renta fija a largo plazo?
La renta fija a largo plazo es una modalidad de inversión en la que el inversor presta su dinero a una entidad (pública o privada)) a cambio de recibir intereses y la devolución del capital al vencimiento del plazo acordado. El umbral más comúnmente aceptado para considerarse “largo plazo” es a partir de 5 años, pudiendo este tipo de activos (bonos y obligaciones), superar los 10, 15 o incluso 30 años.
Entre sus principales características destacan:
- Estabilidad de ingresos: ofrecen pagos periódicos (cupones) al inversor, lo que les convierte en una fuente predecible de rentas.
- Menor riesgo crediticio si se invierte en emisores solventes (como los gobiernos de países desarrollados).
- Alta sensibilidad a los tipos de interés, lo que implica que su valor puede oscilar significativamente cuando cambian las expectativas sobre la política monetaria.
- Liquidez: muchos bonos a largo plazo cotizan en mercados secundarios, permitiendo su venta antes del vencimiento.
- Esta clase de activos resulta especialmente atractiva en contextos de bajada de tipos de interés, ya que su precio se revaloriza (más adelante profundizamos sobre este aspecto).
No debe confundirse la renta fija a largo plazo con larga duración en renta fija. Mientras que en el primer caso simplemente se hace alusión a una fecha de vencimiento, la duración en renta fija mide la sensibilidad del precio del bono a cambios en los tipos de interés, y cuanto mayor sea la duración, mayor será la fluctuación de precio ante una variación en los tipos.
Tipos de activos de renta fija a largo plazo
Dentro de la renta fija a largo plazo, existe una amplia gama de activos que permiten construir carteras diversificadas. Algunos de los más relevantes son:
- Bonos soberanos a largo plazo: o deuda pública, emitida por gobiernos, como el bono alemán a 10 años (bund) o a 30 años o el bono estadounidense a 10 (treasury) o a 30 años. Suelen ser los activos más seguros, aunque con menor rentabilidad. Así funciona la renta fija: a cambio de esa mayor seguridad, el retorno es más bajo.
- Bonos corporativos de grado de inversión (investment grade): emitidos por empresas con buena calificación crediticia (rating). A mayor plazo, mayor riesgo de impago. A cambio, mejor rentabilidad, incluso, que los bonos soberanos.
- Bonos corporativos high yield: emitidos por compañías con menor calificación crediticia. A largo plazo, pueden ofrecer altos rendimientos, pero también un riesgo mayor de volatilidad y default (riesgo de impago).
- Bonos ligados a la inflación: emiten algunos gobiernos y ajustan el capital o el cupón en función del Índice de Precios al Consumo. A largo plazo, ayudan a proteger el poder adquisitivo.
- Bonos verdes a largo plazo: orientados a financiar proyectos sostenibles. Están ganando peso en las carteras institucionales, especialmente aquellas con criterios ESG.
- Deuda de mercados emergentes: tanto soberana como corporativa, ofrece atractivas primas de riesgo, aunque con mayor volatilidad, especialmente a largo plazo.
¿Qué aspectos favorecen y perjudican a la renta a largo plazo?
Invertir en renta fija a largo plazo no es siempre adecuado, ya que su comportamiento está estrechamente vinculado al ciclo económico y a la política monetaria. Estos son algunos momentos clave:
Buen momento para invertir
- Expectativas de bajada de tipos: si los bancos centrales anuncian bajadas de tipos o se anticipa un ciclo de recortes de tipos, los bonos a largo plazo se revalorizan, especialmente los de larga duración.
- Entornos de inflación controlada: si la inflación es baja y estable, los bonos de largo plazo pueden ofrecer rentabilidades atractivas sin perder poder adquisitivo.
- Diversificación en mercados inciertos: en entornos de recesión o incertidumbre, los bonos de gobiernos solventes a largo plazo pueden actuar como activo refugio.
Mal momento para invertir
- Ciclo de subidas de tipos: cuando los bancos centrales elevan los tipos de interés, los precios de la renta fija a largo plazo caen.
- Entornos de alta inflación persistente: si los tipos reales (descontada la inflación) son negativos, la renta fija pierde atractivo.
En resumen, la renta fija a largo plazo es un activo atractivo dentro de una estrategia de diversificación. Puede aportar estabilidad, rentabilidad y protección en momentos concretos del mercado, pero también exige un análisis riguroso de la duración, el emisor y el momento del ciclo. Por eso, lo mejor es invertir de la mano de profesionales.
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