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Planificación financiera para alcanzar tus metas

| 18 julio, 2025
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Verano: desconexión, balance y planificación financiera 

Llegó el merecido descanso estival. Es momento para desconectar, descansar y disfrutar. Pero antes, aprovechemos este parón para hacer un balance de la rentabilidad de los fondos y arrancar la recta final del año para reajustar posiciones, si es necesario, y/o de reflexionar sobre nuestras metas vitales para planificar nuestro ahorro invertido: estudios de los hijos, segunda vivienda, jubilación o para lo que sea. 

Metas ambiciosas que más que deseos requieren de una planificación financiera sólida, constante y adaptada a nuestro perfil y horizonte temporal. Porque los objetivos importantes no se consiguen de un día para otro, pero sí están al alcance de quien ahorra e invierte con método y visión de largo plazo. 

Diferenciar objetivos a corto, medio y largo plazo 

El primer paso para una buena planificación financiera es clasificar nuestros objetivos según el horizonte temporal, porque no es lo mismo planificar unas vacaciones que la entrada de una vivienda o construir un capital para la jubilación. Cada meta necesita un enfoque distinto y, sobre todo, productos financieros diferentes. Dentro de estos, vamos a centrarnos en las posibilidades que nos ofrecen los fondos de inversión. 

Corto plazo (hasta 1 año) 

Viajar o crear un pequeño fondo de emergencia. Para estas metas es recomendable usar productos de bajo riesgo y alta liquidez, fondos monetarios o fondos a vencimiento con ventanas trimestrales. La prioridad no es tanto la rentabilidad como la conservación del capital y el acceso rápido al dinero. 

Medio plazo (2-4 años) 

Objetivos como comprar un coche, hacer un máster o una reforma importante de la vivienda requieren algo más de crecimiento sin asumir riesgos excesivos. Es el terreno de fondos de renta fija y fondos mixtos, carteras diversificadas que busquen un equilibrio entre riesgo y rentabilidad. 

Largo plazo (a partir de 5 años) 

Aquí hablamos de grandes metas: la educación universitaria o profesional de los hijos, la compra de una segunda vivienda o la jubilación. En este horizonte, el tiempo juega a nuestro favor. La renta variable, a pesar de su volatilidad a corto plazo, es el activo con mayor potencial de crecimiento a largo plazo. Es donde más sentido tiene invertir con visión y aprovechar las ventajas del interés compuesto. 

Inversión periódica: hábito, constancia y control de la volatilidad 

Una de las mejores formas de construir patrimonio es invertir de forma periódica. Sea cual sea nuestro objetivo, el ahorro sistemático, por ejemplo, mensual, nos ayuda a crear el hábito y a ser constantes en el tiempo.  

Además, tiene una ventaja adicional: suaviza el impacto de las subidas y bajadas del mercado. Este enfoque, conocido como Dollar Cost Averaging, consiste en aportar la misma cantidad de dinero regularmente, lo que hace que compremos participaciones en diferentes ciclos de mercado. Así se reduce el riesgo de entrar en el peor momento, se evita caer en la tentación de intentar “adivinar” el mejor punto de entrada (market timing) y se diversifican los precios diluyendo el efecto de la volatilidad a largo plazo. 

Por otra parte, el esfuerzo económico de ahorrar es mucho menor que si esperamos a tener una cantidad elevada para invertir todo a la vez, con el riesgo de entrar en el momento más caro.  

Interés compuesto para objetivos a medio y largo plazo 

El interés compuesto es, sin duda, uno de los grandes aliados del inversor paciente. Consiste en reinvertir los beneficios obtenidos para que generen nuevos rendimientos, creando así un efecto bola de nieve con el paso del tiempo. Puedes ver cómo es su efecto en nuestro simulador de inversión.  

Este principio es especialmente relevante cuando hablamos de metas a largo plazo como la jubilación o la educación de los hijos. Cuanto más tiempo les demos a nuestras inversiones para crecer, mayor será el efecto multiplicador de los beneficios reinvertidos. 

La importancia de invertir acompañados por profesionales del mercado 

Planificar nuestras finanzas y tomar decisiones de inversión no debe ser un camino en solitario o aconsejado por pseudo expertos/as. Contar con el acompañamiento de profesionales del mercado marca una gran diferencia. Un gestor/a o asesor/a financiera puede ayudarnos a: 

  • Definir nuestros objetivos reales y alcanzables. 
  • Determinar el perfil de riesgo adecuado. 
  • Diseñar una estrategia de inversión personalizada y coherente. 
  • Adaptar el plan a los cambios que surjan en nuestra vida personal o en los mercados. 
  • Acceder a soluciones más diversificadas, eficientes e, incluso, inaccesibles de forma individual.  

Y todo con un producto inversor con ventajas fiscales, ya que los impuestos sobre las ganancias no tributan hasta que se produce el reembolso. Es decir, podemos traspasar la inversión de un fondo a otro sin pasar por Hacienda.  

Porque invertir no es solo cuestión de elegir productos financieros: se trata de tener un rumbo, una estrategia y la serenidad de saber que estamos en buenas manos. 

En definitiva, el verano puede ser ese momento perfecto para parar y pensar: ¿estamos haciendo lo necesario para alcanzar nuestras grandes metas vitales? La buena noticia es que no se trata de grandes sacrificios, sino de pequeños gestos constantes en el tiempo. Y como en los buenos viajes, lo importante no es solo el destino, sino cómo nos preparamos para llegar. 

Planificar, ahorrar, invertir… y disfrutar del camino. 

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